México sigue siendo vanguardia mundial al inaugurar el género del videomarketing criminal. Esta vez, un grupo de encapuchados —que dicen s...
México sigue siendo vanguardia mundial al inaugurar el género del videomarketing criminal. Esta vez, un grupo de encapuchados —que dicen ser del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG)— lanzaron lo que podría considerarse su candidatura a los premios Ariel en la categoría de "Mejor Ficción Involuntaria".
La producción audiovisual, digna de un presupuesto gubernamental desviado, muestra a un puñado de individuos armados hasta las polainas, portando metralletas que ni el Ejército Mexicano puede pagarse con el recorte presupuestario actual. Su vocero, un Shakespeare enmascarado, lee un comunicado tan delirante que haría coorer y ocultarse de vergüenza al más ridículo y delirante guionista de "La Rosa de Guadalupe".
El mensaje: un ejercicio de realismo mágico criminal
En este fascinante cortometraje, los presuntos miembros del CJNG nos presentan una realidad alternativa donde:
- Los narcos son pacificadores comprometidos con la comunidad
- Las madres buscadoras son las verdaderas villanas a las que hay que vilipendiar tal como lo hace Claudia Sheinbaum
- Las autoridades estatales son instituciones respetables
- Y los periodistas somos todos unos mentirosos (bueno, en esto último quizás tengan algo de razón)
El mensaje, más surrealista que una pintura de Dalí después de una noche de tequila, intenta convencernos de que el rancho Izaguirre —donde se encontraron restos humanos, ropa y calzado— no es un campo de exterminio sino, probablemente, una boutique de moda alternativa con problemas de inventario.
¿Sabe cuál es el problema? Que la rueda de prensa del Fiscal Carnal, Alejandro Gertz Manero, parece indicar exactamente lo mismo... y cuando las versiones de los narcos y de los gobiernos comiuenzan a coincider, ahora sí podemos decir que México está en muy, muy serias dificultades.
La guerra de los expertos: ¿auténtico o "fake news"?
Los analistas en seguridad nacional se han dividido como buena familia mexicana en Navidad. En el bando de los escépticos, el experto Bernardo León califica el video como "megaburocrático", echando de menos el logo corporativo del CJNG (porque hasta los narcos tienen estándares de branding), mientras que Carlos Pérez Ricart, por su parte, se declara tan indignado que casi parece un crítico de cine después de ver la última película de Adam Sandler.
En el equipo de los creyentes, David Saucedo asegura tener "fuentes oficiales" que confirman la autenticidad —aunque no especifica si dichas fuentes son sus contactos de WhatsApp o el primo de su cuñado que trabaja en la fiscalía—. Eduardo Guerrero, impresionado por la producción, califica el arsenal mostrado como "impresionante", como si estuviera reseñando la última exposición de arte contemporáneo en el Museo Jumex.
Javier Garza es otro analista que prefiere mantenerse neutral, y nos recuerda algo obvio pero que vale la pena repetir: detrás de un pasamontañas puede haber cualquiera. Podría ser el CJNG, otro cartel, un grupo de influencers buscando seguidores, o hasta funcionarios del gobierno en sus horas libres.
El narco como empresa de responsabilidad social
La verdadera joya de este análisis es la revelación de que el CJNG está preocupado, o más bien dicho, en abierto pánico, por su "costo reputacional". Los campos de exterminio no son buenos para la imagen corporativa de una organización que, según los expertos, reparte juguetes, despensas y "cierta justicia" en los territorios que controla.
En palabras de Saucedo, "el rancho rompe con el discurso de que ofrece una forma de vida". Es decir, que el pecado mortal de las madres buscadoras fue mostrar las consecuencias reales de sus actividades criminales, lo que podría disuadir a los jóvenes que ven en el narco una atractiva opción laboral con prestaciones como salarios de 1,500 dólares y la posibilidad de morir joven y agujereado.
Por eso precisamente, el cártel acude a un video que pretende no sólo limpiarles los pecados, sino incluso afirmar que son una organización benéfica que hasta es necesaria para la paz social, y tal parece que el gobierno de Claudia Sheinbaum está apuntando su aparato propagandístico para respaldar las versiones de los criminales y desacreditar a quienes siguen buscando a sus familiares desaparecidos. En serio, no puedo creer que lo que estoy escribiendo sea la verdad de mi país...
Los cárteles ya entendieron que tener a "periodistas" a sueldo no es suficiente, y es por ello que acuden ahora a ser ellos mismos los que monten su propio aparato de comunicación social.
La base social del crimen: ¿complicidad o supervivencia?
Bernardo León plantea la pregunta que todos evitamos: "Teuchitlán no está en un lugar escondido, ¿acaso nadie se dio cuenta de lo que allí ocurría?". La respuesta, tan incómoda como sentarse en un cactus, es que probablemente muchos sabían pero prefirieron mirar hacia otro lado mientras recibían los "regalitos" del cartel.
Esta dualidad —donde los criminales son a la vez benefactores y verdugos— es tan mexicana como el tequila adulterado: quema por dentro pero todos seguimos tomándolo.
El anonimato: privilegio criminal
Mientras las madres buscadoras dan la cara y exponen sus vidas para encontrar a sus seres queridos, estos valientes guerreros del narco se ocultan tras pasamontañas para lanzar sus comunicados. Como bien dice Garza: "¿Por qué aceptar el mensaje de un grupo criminal que lleva el anonimato al extremo?".
Tal vez porque en el México actual, la palabra de un encapuchado con un AR-15 tiene más peso que la de una madre con fotografías de su hijo desaparecido. Quizá porque poner la cara para clamar justicia es un pecado tan grave que hasta te llevas una reprimenda de la mismísima Presidenta de México. Probablemente porque todo el aparato social está armado para que narcos y gobernantes protejan el 'negocio'. Esa es la verdadera tragedia que ningún video, auténtico o falso, puede disimular.
En esta guerra de versiones, lo único certero es que, mientras los expertos debaten la autenticidad de un video y el Fiscal Carnal arma su rueda de prensa para acusar a los enemigos políticos del partido en el poder, las fosas clandestinas siguen apareciendo y los desaparecidos —más de 124,000 en todo el país en apenas seis años— continúan sin ser encontrados.
El rancho Izaguirre, sea obra del CJNG o no, es apenas la punta del iceberg de un horror que se ha normalizado tanto que ya genera rating en YouTube.
Esto es México. Somos el único país donde los narcos tienen un magnífico departamento de relaciones públicas cuyas versiones son respaldadas por el gobierno. Y lo peor de todo es que los ciudadanos vivimos en un reality show perpetuo, y sin posibilidad de cambiar de canal.