No existe en la historia reciente un momento tan esperado como este, salvo quizás la llegada del cometa Halley o el fin del mundo maya que...
No existe en la historia reciente un momento tan esperado como este, salvo quizás la llegada del cometa Halley o el fin del mundo maya que nunca fue en 2012 - y todos sabemos cómo terminaron esas predicciones. A solo tres días de que Donald Trump recupere su trono en el "país de la libertad" (inserte risa irónica aquí), el mundo contiene la respiración, aunque algunos ya están hiperventilando.
¿El cargo más importante del mundo? Por supuesto, porque ¿qué otro puesto te permite alterar el destino global con la misma facilidad con la que cambias de calcetines? Trump no solo pretende cambiar la historia; quiere reescribirla, preferiblemente en letras doradas y con su nombre en cada página.
Tomemos el caso de Ucrania, ese pequeño experimento en democracia que está a punto de descubrir que la solidaridad internacional es una fantasía marca 4T. Después de tres años de resistencia heroica, están por recibir la noticia de que "América First" significa "Ucrania Last". ¡Sorpresa!
Y hablando de sorpresas, nuestros paisanos en Estados Unidos están por experimentar una versión moderna de las sillas musicales, pero sin música y sin sillas. El Título 42 promete convertirse en el nuevo hit del momento con su sonsonete interminable de "Deportación Express - Sin juicio y sin escalas".
El gobierno mexicano, mientras tanto, mantiene la calma bobalicona de quien no tiene ni idea de lo que viene. La ignorancia es un estado de dicha perpetua para quien no sabe que vive en ella, y el constante soliloquio de "todo está bien, seguiremos colaborando" nos habla de una crisis bilateral que ya pasó de potencial a totalmente real.
¿El dólar a 22 o 23 pesos? Por favor, seamos optimistas - podría ser peor. Y sobre ese arancel del 25%, bueno, siempre podemos volver a la economía de trueque, ¿no?... intercambiando semillas de cocoa llegaremos a ese Top 10 que nos prometió Claudia, sin duda.
La declaración de emergencia en Tijuana ante posibles deportaciones masivas no es alarmismo - es más bien como comprar un extintor cuando tu vecino anuncia una fiesta con fuegos artificiales en una bodega de papel.
Y si Trump decide catalogar a los cárteles mexicanos como terroristas, prepárense para ver más "olas" que las que vieron en Acapulco cuando los visitó Otis.
El segundo piso de la transformación sigue con su vida normal, como si nada pasara, con la misma serenidad de quien mira Netflix mientras suena la alarma sísmica. "Total, allá los gringos y sus locuras" - dicen los mismos que después corren a comprar dólares cuando el peso se devalúa 10 miserables centavos.
Pero la realidad es canija, es dura, es cruel y es evidente que nos golpeará con toda la contundencia. Para nuestra desgracia, lo que pase "allá" nos pegará más duro que un tequila adulterado. Y no, ni la Virgen de Guadalupe, ni San Judas Tadeo, ni los 'detente' de Ya Saben Quién tienen jurisdicción sobre política internacional.
En medio de la risa nerviosa, tenemos que preguntarnos en serio: ¿cómo es posible que tengamos un gobierno tan descomunalmente irresponsable que no se prepara como lo hace el resto del planeta para recibir a un loco en el trono del poder económico del mundo?
La chairiza tiene la respuesta que nos provoca más preocupación: "nos vale gorro".
Quizás sea momento de prepararse para lo que viene sin tener en cuenta a una administración dormida. Estamos solos, y ni las Claudias, ni los Marcelos, ni los De la Fuente y mucho menos el Niño Dios moverán un dedo para hacer algo a favor del país que será más afectado por el arribo del 'Agente Naranja'.
Después de todo, cuando el tsunami llegue, el "no pensé que fuera tan grave" le servirá de salvavidas a una presidencia que simplemente administraba la obsesión de un imbécil por su popularidad, nunca por México.
Y recordemos que nuestros gobernantes son, aunque nos duela en el alma reconocerlo, el reflejo de lo que somos nosotros mismos.
Y sí... nosotros somos los verdaderos imbéciles...
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