El encontronazo entre Adán Augusto y Ricardo Monreal causó un daño evidente. No solo expuso las grietas internas en Morena, sino que tambi...
El encontronazo entre Adán Augusto y Ricardo Monreal causó un daño evidente. No solo expuso las grietas internas en Morena, sino que también dejó al descubierto la balcanización y la violencia política dentro del partido, algo que ya nadie puede ocultar ni defender desde ningún ángulo. Muchas voces, de forma quizás injusta, culpan a Claudia Sheinbaum de esta situación, señalando que no ha sabido ejercer el poder, no solo en su administración gubernamental, sino también en la gestión política, que parece estar bajo la influencia de Ya Saben Quién. Y claro, cuando escuchamos a Andy Bebé hablar de "cuidar el legado de papá", surge la pregunta inevitable: ¿tendrán razón quienes afirman que Claudia Sheinbaum ha permitido que otros administren su mandato?
¿De verdad creen que Claudia Sheinbaum podría renunciar a ejercer todo control? Francamente, lo veo complicado. Si algo queda claro es que no es una persona dejada. Tal vez podríamos acusarla de ser excesivamente precavida, pero faltan 18 días para que cumpla sus primeros 100 días de gobierno, y el panorama es bastante complejo. Creo que habrá que esperar a que pasen las celebraciones para observar algunos movimientos interesantes de su parte. Sin embargo, es innegable que la narrativa se ha fracturado por el pleito entre Ricardo Monreal y Adán Augusto López. Y esto no es lo único: hay más señales de que las cosas no van bien en Morena.
He aquí una lista de los hechos más extraños que han ocurrido en los últimos meses, todos bajo el nombre de Morena o, al menos, relacionados con quienes administraron antes el gobierno federal. Primero, el conflicto entre Adán Augusto y Ricardo Monreal. Es claro que Adán Augusto está actuando como corre-ve-y-dile de "ya saben quién". Por su parte, Monreal nunca ha sido del agrado de López Obrador, y las acusaciones de corrupción han caído directamente sobre él. A su vez, Monreal lo ha acusado de falsario, lo que también tiene sus bemoles.
Luego está la famosa foto. ¿La vio? ¡No manches! La incomodidad entre ellos es evidente. Este conflicto no está resuelto. Por otro lado, tenemos a Gerardo Fernández Noroña subiendo a redes una foto con Miguel Ángel Yunes, como si estuviera diciendo: "Ahora es de los nuestros". ¿De verdad? ¿Yunes, un camarada? Ya me imagino la credencialización antes de fin de año.
Otra sorpresa fue el nombramiento de Jorge Luis Lavalle, ex panista, como secretario de Desarrollo Económico en Campeche, llevando con orgullo su brazalete de localización. ¡Qué descaro! Además, en el ámbito judicial, tenemos a Yasmín Esquivel, quien, a pesar de haber plagiado su tesis de forma comprobada, busca mantenerse en su puesto y, de ser posible, presidir la Corte. Y para colmo, logró que se impidiera a la UNAM divulgar el proceso de validación del plagio. ¡Chulada de representante del Poder Judicial!
Sigamos: Rutilio Escandón, exgobernador de Chiapas, premiado con un consulado en Miami; Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, con un estado en caos; y Cuitláhuac García, de Veracruz, con una gestión pésima, esperando aún una recompensa. ¿Qué clase de méritos se premian aquí?
Por si fuera poco, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha caído en manos cuestionables. Todo esto muestra un Morena fracturado, plagado de desencuentros, incapacidades y fallas sistémicas. Es difícil imaginar que esta situación pueda sostenerse mucho tiempo. Aunque, siendo honestos, en términos humanos y políticos, lo improbable a menudo perdura.
Hay que reconocer que López Obrador tuvo el colmillo para leer el tinglado político mexicano, pero usó esa habilidad para su propio beneficio. Dio pequeñas concesiones al pueblo: cacahuates, chicles, muéganos y ayudas económicas insuficientes. Mientras tanto, el legado que dice haber dejado no necesita ser cuidado, sino intervenido con cirugía profunda para transformarlo en un proyecto verdaderamente de izquierda.
Claudia Sheinbaum, a diferencia de López Obrador, sí representa una izquierda más pura, pero está atrapada entre los personajes que él dejó. Gobernadores, senadores, diputados y miembros del gabinete la tienen atada de manos y amordazada. Sin embargo, esto no puede durar para siempre. En tiempos remotos, estas situaciones solo duraban unos meses, pero ahora, con la llegada inminente de Donald Trump a la Casa Blanca, Claudia podría encontrar una oportunidad inesperada para sacudirse a los oportunistas y rodearse de personas realmente comprometidas con su visión de izquierda.
Si no actúa pronto, los problemas de seguridad y política exterior podrían desbordarse. La reciente muerte del policía García Fox no fue casualidad: el crimen organizado ya reaccionó. Si Claudia no toma decisiones firmes, todo esto podría escapársele de las manos.
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