Más vale que nos sentemos tranquilos con una buena dotación de palomitas a esperar todavía más trancazos por parte del republicano.
La "decisión" de Elon Musk de ya no continuar con la construcción de la planta Tesla en Nuevo León tiene mucho que ver con Donald Trump. Es un pretexto muy bien utilizado por el sudafricano para detener la inversión.
Irónicamente, aquí no le podemos echar la culpa a Samuelito, porque es una decisión exclusiva del CEO de Tesla. En una primera vista tiene que ver más con las políticas que ha anunciado Donald Trump con respecto a la protección de quienes fabriquen autos en Estados Unidos y sancionar a los que fabriquen autos fuera de Estados Unidos, pero en realidad tiene más que ver con los desastrosos resultados de Tesla.
Las acciones de Tesla se han caído en 45%.
El margen de operación se ha derrumbado de 9.6 a 6.4 por ciento.
La armadora no ha tenido más remedio que despedir a más del 10% de sus trabajadores en todo el planeta.
Ha pospuesto el super evento en donde iban a presentar el taxi autónomo, y obviamente los competidores directos de esta iniciativa, como Alphabet y General Motors, están aprovechando para quitarle el muy jugoso mercado de los taxis autónomos.
Por todos lados le está yendo del nabo a Tesla.
Hace sentido entonces que Tesla, ante estos desastrosos resultados, busque tranquilizar a los inversionistas deteniendo inversiones fuertes, y una de ellas era precisamente la planta en Nuevo León.
Estos vaivenes políticos no son ajenos al mundo automotriz. Me tocó participar en un gobierno estatal, el de Aguascalientes, que en donde el pleito por la segunda planta de Nissan fue brutal. Los egos subidos dentro de Nissan provocaron que el jaloneo entre San Luis Potosí, Querétaro y Aguascalientes escalara a grados imposibles de revelar, y no fue casual que el gobernador aguascalentense en ese momento, Carlos Lozano de la Torre, asegurara entre broma y en serio, que si no lograba la instalación en su territorio se haría el harakiri en la plaza principal.
Las promesas de inversiones no son firmes como las rocas. Y allí fue donde se equivocó el gobierno de Nuevo León al divulgar que el asunto estaba planchado. El gobierno saliente de López Obrador también se queda con un palmo de narices.
Los vaivenes políticos de aquí a noviembre se pondrán más intensos. Donald Trump está obligado a meter el acelerador, porque la llegada de Kamala Harris no sólo le ha metido ruido, sino que ha puesto muy, pero muy nerviosos a los Republicanos. Vamos a ver un fragor tremendo en el proceso electoral de Estados Unidos y, por supuesto, una inevitable injerencia en el ámbito mexicano.
En la entrevista que ayer le hicieron a Trump y JD Vance, ambos dejaron abierta la posibilidad de los bombardeos en contra de narcotraficantes en territorio mexicano. Por supuesto que los rednecks y los Hillbilly aplaudieron rabiosos esta reiterada ocurrencia. Cualquier pretexto que sirva para mostrar el poder de fuego que tiene Estados Unidos hace que los estadounidenses salgan a votar con mayor pasión. Usar el ejército es de lo que se alimentan las masas enceguecidas, dispuestas a creer en todas las mentiras que les pongan enfrente.
Suena bastante familiar.
Más vale que nos sentemos tranquilos con una buena dotación de palomitas a esperar todavía más trancazos por parte de Donald Trump.