El 30 de diciembre de 2022, compartí un video donde detallé los préstamos solicitados por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, especí...
El 30 de diciembre de 2022, compartí un video donde detallé los préstamos solicitados por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, específicamente, un total de 14 préstamos. Esta información fue recopilada minuciosamente a partir de datos disponibles en la página web de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Agradezco a todos quienes vieron el video, que alcanzó casi 600,000 vistas; fue gratificante ver tan buena acogida. Sin embargo, no puedo pasar por alto las críticas, especialmente de los seguidores más acérrimos de la 4T, quienes, en términos muy directos, me tildaron de "maldito asqueroso mentiroso".
Insisto: la información que compartí no es invención propia, sino datos verificables provenientes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, corroborados también hoy por el periódico El Sol de México. Este informe resalta que la promesa de campaña del presidente López Obrador, en la que aseguraba que no endeudaría al país, resultó ser simplemente eso: una promesa que generó expectativas y confianza en muchos crédulos, pero que, al final, no cumplió.
Es innegable que en la gestión de cualquier país, como el nuestro, donde la aversión al pago de impuestos es evidente, el endeudamiento puede ser una opción válida para financiar obras públicas, programas sociales y otras necesidades. Sin embargo, lo preocupante no es el hecho de la deuda en sí, sino el incumplimiento de la promesa presidencial de no contraer más deuda, incoherente por donde se le vea.
Financieramente es comprensible que un país tenga deuda, ya que esto también refleja la solvencia ante organismos calificadores. Pero el problema surge cuando se compromete públicamente a no endeudarse y, posteriormente, se supera en un 11% la deuda solicitada por la tan criticada administración anterior, dirigida por Enrique Peña Nieto.
Este no es simplemente un tema económico, sino un asunto ético y de coherencia. La promesa incumplida de no aumentar la deuda supera la cuestión financiera y afecta aún más la confianza y la credibilidad en la administración. La coherencia se convierte en un punto de conflicto, especialmente para los seguidores de la 4T, quienes saben perfectamente fueron engañados y desilusionados.
No es cuestión de negar la capacidad del país para hacer frente a sus obligaciones financieras, sino de señalar la contradicción entre lo prometido y lo ejecutado. La coherencia y la ética son fundamentales en la política, y cuando se perciben desviaciones de la promesa inicial, los medios de comunicación cumplimos al informar estos hechos. Al final, las consecuencias son inevitables.