Sin duda, a estas alturas tienes una idea muy clara de cómo es el sexo cuando tienes sexo, y de cómo te lo imaginas cuando fantaseas con el ...
Sin duda, a estas alturas tienes una idea muy clara de cómo es el sexo cuando tienes sexo, y de cómo te lo imaginas cuando fantaseas con el sexo. Te darás cuenta que cuando piensas en ello, es muy distinto a lo que te sucede en tu vida sexual cotidiana… quizá. Y si es así, ¿ese es el sexo que deseas tener? ¿o de plano es algo totalmente diferente?.
Uno de los mayores sitios de videos porno, PornHub, revela que tres de los términos más buscados por sus usuarios son "mamá", "madrastra" y "MILF", otra variante de "mamá" y que significa en español “mamá a la que me gustaría coger”.
Sin embargo, la pornografía no refleja nuestras verdaderas fantasías. Para averiguarlo, hay que preguntarle a la gente cuáles son sus fantasías sexuales. Y eso hizo el investigador de comportamiento sexual del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana, Justin Lehmiller, y con sus respuestas a cientos de preguntas realizó una investigación sobre 4,200 personas de entre 18 y 87 años, de diferentes identidades de género, orientaciones sexuales, orígenes demográficos e ideologías políticas. De acuerdo con su encuesta, el 97 % de los adultos han tenido una fantasía sexual, es decir, imaginó un escenario sexual que los excita. El 87 % tiene, al menos, una por semana. Y el 52 % tiene, al menos, una por día. Tendemos a creer que nuestras fantasías son únicas e inusuales, pero para tu alivio, en general la mayoría, sea del género que sea, fantasea con lo mismo.
¿Con quién y con qué fantaseamos? ¿Y qué dicen nuestras fantasías de nosotros? Responder a esas preguntas es la importantísima misión del primer episodio de la segunda temporada de EL PODCAST DE EL REPORTERO, que hoy versará, amplia y profundamente, sobre las FANTASÍAS SEXUALES.
La mayoría de nuestras fantasías se dividen en tres géneros: tener sexo con varias personas, tener sexo en lugares o de maneras completamente nuevos, y fantasías sobre el poder y el control.
La primera es el sexo grupal, como orgías o el sexo en grupo, que es un tipo de orgía donde muchos hombres tienen sexo con la misma mujer. Casi todos los adultos han fantaseado con el sexo grupal, y más de la mitad de los hombres dijeron hacerlo seguido. Normalmente esta fantasía involucra a un número específico de personas, y se ha convertido en el número mágico para este tipo de pensamientos: el trío. Este tipo de fantasía involucra un sentimiento que casi todos tenemos en nuestra vida cotidiana, que es el de sentirse aprobado y deseado por las demás personas, y en particular se trata de querer ser el centro de atención y que varias personas nos deseen a la vez, y en ello tiene mucho que ver el componente emocional. Y oh sorpresa, aunque el estereotipo de esta fantasía indica que los jóvenes son los que experimentan el sexo grupal, esa fantasía es la más popular en gente de 40, 50 y 60 años. El atractivo de los tríos reside en que muchos se aburren de su rutina sexual y muchos tienen relaciones monógamas a largo plazo, por lo que el trío es una forma de sumarle una novedad a esa vida aparentemente monótona.
Y la novedad, en general, es el segundo género de nuestras fantasías. En un breve estudio, hombres fueron sometidos a ver el mismo video pornográfico una y otra vez, y tras cada vista se excitaban menos. Pero luego, les pasaron otro nuevo y la excitación de esos hombres subía como la espuma. El mismo estudio se aplicó a mujeres para medir la respuesta genital femenina y los resultados fueron similares. El tema más importante dentro de la categoría de novedad fue el sexo en público. Algunos de los favoritos: sexo en el parque, en un auto, en un baño público, en un vestuario, en un ascensor y en la oficina, y dos tercios de hombres y mujeres han fantaseado con juguetes sexuales.
Dos de los juguetes más comunes son las vendas y las esposas, y eso nos lleva al tercer género de fantasía: poder y control. Más de un cuarto de la gente lo consideró su fantasía favorita.
Una forma de explorar los juegos de roles en el sexo es a través del BDSM. BDSM es "bondage (esclavitud), disciplina, sadomasoquismo". Es el placer erótico que siente alguien al infligir dolor, al resistir el dolor, dar dominio, dar castigo, soportar el castigo, humillar, tolerar la humillación, pero dentro del juego de roles. El BDSM a menudo se asocia con elementos y artículos de cuero.
Todo eso comenzó en EE. UU. en los años 40 con el advenimiento de la cultura motociclista. El cuero era una prenda protectora para hombres que andaban en motos y los clubes masculinos eran ideales para los que les gustaban los hombres. Tras la Segunda Guerra Mundial, veteranos gay se quedaron en la Costa Oeste y se plegaron a esta cultura, adoptando una identidad gay hipermasculina y experimentando con el sexo excéntrico.
Pronto la cultura gay del cuero se extendió por los EE. UU. y Europa. Y hace unas décadas, adquirió mayor protagonismo. A finales de los 80 y de los 90 en San Francisco la sexualidad se vio muy revolucionada debido al sida y a la furia, a la confusión, y al terror a la enfermedad. Y el BDSM era la salida perfecta para ello. Los condones, los protectores bucales y toda clase de látex formaron parte de la diversión. Sexualizó todo aquello que eran barreras en el pasado, lo cual es muy terapéutico y extraordinario. Ayudó a la gente a canalizar sus temores ante el sexo liberándolos de esa preocupación, lo cual sigue siendo parte del atractivo de BDSM hoy en día.
Pero las fantasías de BDSM se remontan mucho más allá del siglo XX. "Sado" en sadomasoquismo proviene del Marqués de Sade, un noble francés del siglo XVIII conocido por sus excéntricos delitos sexuales, y por sus novelas donde los describe. Y el "masoquismo" en sadomasoquismo proviene de Leopold Von Sacher-Masoch, un noble austriaco que nació cien años después, cuyo libro Venus im Pelz narraba la semiautobiografía de un hombre que convence a una mujer de convertirlo en su esclavo.
El psiquiatra que acuñó el término "masoquismo" explicó que esta "perversión", hasta ese momento, era desconocida para el mundo científico. Ahora sabemos que esta "perversión", al menos imaginarla, está muy extendida. Más de tres cuartas partes de la gente del estudio de Lehmeiller habían fantaseado con el bondage, es decir, atar a alguien o ser atado. Más de la mitad con la disciplina, o sea, dar o seguir órdenes. Y casi las tres cuartas partes sobre infligir o recibir dolor, principalmente mordiendo o azotando.
El hecho de que casi todos tuvieran una fantasía BDSM indica que no es un interés sexual raro o anormal. Incluyendo fantasías sobre sexo forzado, en el estudio de Lehmiller, el 54 % de los hombres, el 61 % de las mujeres y el 68 % de los no binarios habían fantaseado con ser obligados a tener sexo al menos una vez.
En la TV y el cine, esta fantasía suele seguir un patrón: una mujer valiente pero vulnerable es violada, pero luego se enamora del que abuso de ella.
Esa fórmula también aparece en el 80 % de las telenovelas tailandesas. Tan normal es, que el género hasta tiene un apodo cursi: "bofetada y beso", porque hay muchas bofetadas y luego besos. Y esta fantasía también es muy antigua.
Una de las primeras novelas con fantasías de violación, The Sheik, se publicó en Inglaterra en 1919. Tanta sensación causó, que fue llevada a Hollywood, y la historia es muy familiar: Una valiente mujer blanca es secuestrada por un violento y sexi príncipe árabe. él la viola, ella se enamora y viven felices por siempre. Al público le encantó. Fue un éxito de taquilla en Nueva York y también fue un gran suceso en Francia.
En 1987, un estudio sobre novelas románticas históricas de EE. UU. escritas y leídas en general por mujeres, determinó que más de la mitad describía la violación de la protagonista, quizá liberándola así del "oprobio moral de acceder a tener sexo antes del matrimonio", según uno de los investigadores. A menudo, nuestras fantasías incluyen tabúes, cosas prohibidas, cosas que nos cuesta expresar a diario, y el simple hecho de que sea algo tabú y prohibido lo hace sensual y excitante.
Pero ojo: eso no significa que lo quieras en tu vida diaria.
Nadie cree que si fantaseas con una violación, es porque quieres que te violen o que tengas tendencia a la violación.
Nuestras fantasías son una extensión de nuestra cultura.
En un estudio de novelas románticas suecas, también hecha en los 80, casi no se hallaron ejemplos de mujeres que se enamoraran de sus violadores. El investigador explicó que podría deberse a que "el sexo premarital no era un tabú" como en EE. UU. en ese entonces. Mientras que hoy día en la India, representar el sexo es tabú. La pornografía es ilegal. Es más fácil representarlo en historietas.
Mientras que en EE. UU., un género porno popular entre hombres es la humillación masculina. Un hombre blanco ve como su novia o esposa blanca es abordada por un afroamericano, más fuerte y dominante, estereotipando al hombre de color como amenaza sexual como desde hace cientos de años.
Y en la década de 2000, otra amenaza se apoderó de la imaginación occidental. Los acontecimientos en Irak llegaron a un momento decisivo. En la guerra contra el terrorismo, resurgió el sensual género del sheik teniendo su auge antes de la invasión de Irak con tramas como "los lazos de Al Qaeda", "armas de destrucción masiva" y "derrotar al terrorismo".
El racismo institucionalizado en EE. UU. parece meterse en nuestras fantasías sexuales. Y eso afecta las fantasías de los grupos marginados también.
Mucha gente que ha inmigrado aquí, sus ideas de éxito y seguridad para sus hijos residen en asimilarse, en especial, entre los asiático-americanos. Quieren que sus hijos tengan éxito en todas las áreas ya aprobadas por la sociedad blanca.
Quizá por eso el estudio de Lehmiller concluyó que la mayoría de los asiático-americanos, fantaseen con hombres o mujeres, casi siempre fantasean con gente blanca. Y se sabe que hay antecedentes de hombres blancos que fantasean con mujeres asiáticas como se ve en las películas de hace décadas atrás.
Ver pornografía también determina las fantasías. Quizá al masturbarte, cuando estás al borde del orgasmo, te viene a la mente algo nuevo que jamás habías visto, extravagante, porque nuestra reacción a la repulsión es menor y podría permitirte mirar ese video hasta el final, momento en el cual podrías tener un fuerte orgasmo que podrías asociar a esa extravagancia. Y, como resultado, podría hacerte querer fantasear más con eso.
Mientras el 79 % en el estudio de Lehmiller dijo querer cumplir sus fantasías favoritas, solo el 23 % manifestó haberlo intentado.
Si estás en una relación amorosa y tienes sexo con alguien en quien confías y con quien puedes compartir estos tabúes tuyos, puede ser una buena manera de ver hasta dónde puede llegar la intimidad. La verdadera intimidad es compartir lo bello y lo feo de nuestro ser y lo feo puede resultar gratificante.
Por eso es vital establecer con toda claridad y continuamente el consentimiento de tu compañero, es disfrutar continuamente lo que comparte contigo, y establecer palabras claves que protejan a ambas partes de que se cometan excesos es vital para que esto se disfrute.
La mayoría de las fantasías reflejan necesidades humanas básicas: sentirse deseado y valorado, romper con la rutina y hacer frente a las inquietudes. Y muchas de nuestras fantasías más comunes se ajustan a estos géneros.
Como fantasear con mujeres mayores.
Eso es innovador.
Eso implica una lucha de poder.
O sexo entre varios, o sea, sexo grupal, con cierta lucha de poder.
O El sheik, una lucha racial de poderes, y sexo obligado, y romance.
A menudo, las fantasías vienen de distintos lugares, algún recuerdo de algo, algún libro que leíste. Se hace una mezcolanza en tu cabeza. Pero hay una gran variedad de fantasías sexuales y no indican nada fidedigno sobre uno. Si tienes fantasías que te molestan o te asustan, y te preguntas qué significan, no significan gran cosa. Así que no te preocupes por ellas.