Muchas personas alrededor del mundo han mostrado su indignación por la inmesurable caza de delfines en Japón. A pesar de los esfuerzos de di...
Muchas personas alrededor del mundo han mostrado su indignación por la inmesurable caza de delfines en Japón.
A pesar de los esfuerzos de distintas organizaciones para la erradicación de la caza de delfines en ese país, Japón hizo caso omiso a las denuncias de los conservacionistas e inauguraron la temporada de caza en la región de Taiji.
La tradición de cazar delfines Risso es un práctica antigua en la costa de del distrito de Higashimuro que durante años se ha llevado a cabo principalmente en los meses de septiembre y abril.
Las autoridades Japonesas no tienen ninguna intención de parar la caza. El problema es que la ley regula la pesca, y esto crea un vacío legal, pues los delfines al ser mamíferos deber ser protegidos bajo otra ley por ser de otra especie.
Las asociaciones Action for Dolphins y Life Investigation Agency, han presentado diversas acciones legales en para parar esta cruel práctica, argumentando que el método utilizado vulnera la ley de bienestar animal de Japón, que estipula que los animales no deben ser maltratados o sacrificados innecesariamente.
Al ser parte de las tradiciones y de la dieta japonesa, los habitantes justifican la caza, pues dicen es parte de la identidad cultural de esta región.
Muchos japoneses ven a los delfines como peces y creen erróneamente que la ley de bienestar de los animales no se les aplica a ellos”, ha explicado Ren Yabuki, director de la Life Investigation Agency.
Pero los delfines no solo son capturados por su carne, la organización Seashepherd ha denunciado que tanto Japón y otros países como Rusia y Cuba permiten la caza de delfines y ballenas para fines comerciales o de entretenimiento.
Según cifras de esta organización se estima que hay alrededor de 2,913 delfines en cautiverio forzados a dar shows, terapias o para que las personas puedan nadar con ellos.
La organización Dolphin Projetc ya empezó a documentar la caza.
Identificamos la pequeña manada como los delfines de Risso. Probablemente era una sola familia.
Los sonidos de su lucha se podían escuchar en toda la ensenada. Luego, uno por uno, cesaron los golpes mientras se mataba la manada de cinco delfines. Sus cuerpos fueron arrastrados a los barcos de carga que los esperaban y luego llevados a la casa del carnicero para su procesamiento”
Durante los seis meses de caza, los monitores de esta organización seguirán registrando estos sucesos.
La preocupación de los ambientalistas por las políticas de caza no paran, apenas hace unos meses, Japón anunció su salida de la Comisión Ballenera Internacional (IWC) un acuerdo en el que se comprometieron a no cazar ballenas, y en el que permanecieron 31 años.
Al considerarlas abundantes el Gobierno de Japón estableció una cifra de 227 ballenas por año, ya que para ellos no existe ninguna razón para prohibir su caza.