No hemos encontrado ningún indicio de vida extraterrestre, y por eso nos preguntamos cómo es posible que en un espacio gigantesco estemos inmensamente solos.
Años después, se les bajó la emoción, el hallazgo resultó ser un pulsar: ondas de radio de una estrella de neutrones que colapsó hace más de cinco y medio millones de años.
Muchos ponemos a los alienígenas en la categoría de los fantasmas, el monstruo del Lago Ness, un tema de mera ciencia ficción. Algo de gente rara, de simples locos, o de aficionados a las teorías de conspiración. Pero repetidas veces científicos serios creyeron haber hallado evidencia de vida extraterrestre, y eso hace que la ficción se diluya en nuestra psique y se vuelva una constante bien aprovechada por escritores y personajes de televisión.
Desde los avistamientos de los inexistentes canales en Marte, hasta las inexistentes estructuras gigantes alrededor de estrellas “encontradas” en 2016 y que resultaron ser polvo, no han faltado argumentos y literatura que insisten en que hay alguien inteligente allá afuera.
Los mismos científicos confían en que hay biología fuera de la Tierra, pero no porque sean parte de la plétora de aficionados a la ciencia ficción, sino porque se niegan a creer que la Tierra sea un milagro único en el universo. Visto de ese modo, entonces no resulta tan loco buscar alienígenas.
Quizá entonces podemos decir que lo verdaderamente loco es no haber encontrado ningún indicio de vida extraterrestre, y por supuesto nos hace preguntarnos cómo es posible que en un espacio tan gigantesco estemos tan inmensamente solos.
Para dar contexto a este maravilloso podcast, hablemos de casos y cosas raras. Los botes de basura desaparecen en números alarmantes. Los botes de basura robados son una molestia pública tradicional y a veces hasta un problema de salubridad muchísimo más frecuente de lo que nos imaginamos.
La gente solía echar la culpa de este fenómeno a la gente, hasta que la revista New Yorker publicó un dibujo sobre ese fenómeno en 1950, en el que responsabilizaban por la desaparición de los botes de basura a alienígenas traviesos.
Esa broma tonta inspiró una de las percepciones más profundas en la historia científica moderna, proveniente del mismísimo Enrico Fermi, el físico que desarrolló el primer reactor nuclear y fortaleció la teoría cuántica, la física nuclear, la física de partículas, y la mecánica estadística, quien después de ver el dibujo dijo a un grupo de colegas: "¿Dónde están todos?".
Los científicos comenzaron a hacer especulaciones y a tratar de dar respuesta a las razones por las que la humanidad ha sido incapaz de encontrar evidencia de alienígenas, y dio como resultado a lo que hoy se conoce como la Paradoja de Fermi.
Trataré de explicarla lo más llanamente posible para facilitarle la vida a nuestros pobres podescuchas:
En el universo el número de estrellas es de 10 elevado a la potencia 22. Es decir, un número diez, seguido de ventidós ceros, que traducido al español son cien mil trillones de estrellas.
Para que lo entiendas mejor, esto significa que hay 10,000 estrellas por cada grano de arena en la Tierra.
Según un estimado científico conservador, el 5% de esas estrellas son similares a nuestro sol, por lo que que hay 500 trillones de soles en el universo. Hay cálculos que sostienen que por cada cinco soles parecidos al nuestro, por lo menos uno tiene un planeta con condiciones parecidas al planeta tierra, así que eso nos deja con 100 trillones de planetas que tendrían características apropiadas para albergar vida.
Los científicos establecen que un cálculo conservador tendría que establecer que sólo uno de cada mil de estos planetas podrían generar las condiciones propicias para generar vida, así que eso nos deja con más o menos un planeta por cada diez granos de arena en la Tierra.
De todos esos planetas con vida, sólo uno de cada mil podría desarrollar vida inteligente, así que eso nos deja con apenas 1,000 billones de civilizaciones inteligentes en el universo.
Con esta lógica matemática, entonces habría 10,000 civilizaciones inteligentes sólo en nuestra galaxia.
O sea, son un chorro…
Esos números tan positivos son el sueño húmedo de Jaime Maussán, y la cosa todavía se pone mejor porque la vida extraterrestre tiene el tiempo de su lado. La Tierra es relativamente nueva, pues apenas tiene una tercera parte de la edad del universo. Esto significa que ha habido mucho tiempo para que evolucionen civilizaciones avanzadas, y que esas civilizaciones se extiendan en la galaxia.
Con todo ese tiempo y todo ese espacio, los cálculos de la Paradoja de Fermi son muy claros: ya deberíamos haber encontrado alienígenas o ellos deberían habernos encontrado.
Y la realidad es que nada de nada… no hay ni un solo indicio de vida inteligente más allá de nuestro planeta...
Hay una explicación popular de por qué no hemos hallado evidencia de alienígenas.
Ya la encontramos, pero el gobierno lo está encubriendo.
Las historias que se han fabricado alrededor del emplazamiento militar estadounidense conocido como el Área 51 han contribuido a alimentar esta teoría, y de cuando en cuando se montan sucesos que le devuelven el interés general, como la revelación en 2017 de que EE. UU. gastó millones en un programa secreto para investigar avistamientos de ovnis y la convocatoria vía Facebook para invadir la zona el 20 de septiembre de 2019.
Ese sería el argumento perfecto para otro vividor de los creyentes de los extraterrestres, el español Juan José Benítez López, pero no se trata de acercarnos a estafadores, sino a científicos, y cualquier científico te diría que investigar ovnis no es lo mismo que buscar vida extraterrestre.
La palabra OVNI significa "Objeto Volador No Identificado".
¿Ya te quedó claro? No está identificado.
Así que por definición la palabra OVNI debemos dejarla abierta, porque no significa que sea una nomenclatura exclusiva para naves alienígenas.
Y algunas veces terminan siendo globos aerostáticos y climatológicos, aviones militares, satélites o meteoritos. Y la enorme mayoría de las veces son montajes y fraudes inventados por los propios terrícolas.
Por supuesto que los científicos también son seres humanos que divagan y de vez en cuando piensan loqueras, así que no faltan los que se lo toman con humor y dicen que los extraterrestres no nos han visitado porque no les gusta lo que hay aquí, porque no estamos al nivel de conversación con ellos, porque tienen mejores cosas que hacer, o porque están esperando a que lleguemos a cierto punto de avance tecnológico y social en el que estemos listos para interactuar.
Otros sostienen que quizá la galaxia está colonizada, pero no donde estamos nosotros. O sea que vivimos en un barrio malo de la Vía Láctea.
Ideas hay muchas, pero regresemos al aspecto verdaderamente científico. Las probabilidades que calculó Fermi de la existencia de vida alienígena solo fue una suposición informada. Con tantas estrellas y planetas supuso que algunos desarrollarían vida que evolucionaría y se extendería. El problema con esa apuesta es que hay mucho que no sabemos de la vida misma.
La teoría del Gran Filtro nos ayuda a pensar sobre lo que no sabemos. Imagina la evolución de la vida como una serie de obstáculos. Primero hay moléculas que se replican solas, evolucionan a vida unicelular, luego multicelular, luego animales con cerebros grandes que usan herramientas, y después animales más listos que crean mejores herramientas: nosotros. Falta que esos animales descubran cómo colonizar la galaxia.
Dado el tamaño y edad del universo, muchas especies alienígenas debieron ganarnos en esa etapa final, a menos que una de esas etapas sea más difícil de lo que pensamos.
La perspectiva parece ser que, dadas las condiciones adecuadas, la vida surgirá, pero la verdad es que nadie tiene idea. No sabemos cómo algo no vivo cobra vida. Sabemos cómo la vida se estructura, pero no cómo ocurrieron las transiciones más grandes.
Conocemos los obstáculos principales en la evolución de la vida, pero no sabemos qué tan difícil es superarlos.
Un ejemplo de vida extraterrestre nos ayudaría a entender mejor la vida, pero hasta ahora no nos ha contactado ningún alienígena.
Así que depende de nosotros encontrarlos.
Pero ¿cómo se encuentra una inteligencia extraterrestre?
En el Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, el SETI por sus siglas en inglés, no tienen idea de cómo detectar directamente una inteligencia, así que lo que hacen es buscar un elemento llamado tecnomarcador, que facilita detectar evidencia de tecnología alienígena localizando cosas que sean artificiales, o que la naturaleza no pueda producir.
De cerca, la Tierra tiene tecnomarcadores en forma de luces de ciudad. De lejos, los alienígenas podrían ver los satélites y las estaciones espaciales que orbitan el planeta. Desde más lejos quizá capten nuestras señales de radio o se topen con las sondas Voyager que navegan por el espacio.
Suele suceder entonces que lo que creemos que son termomarcadores resultan ser fenómenos naturales, como el pulsar del que hablábamos al principio. Pero ya que las señales de radio son las pistas más prometedoras, los científicos escuchan mucho el espacio.
No exactamente como lo hace Jodie Foster en la película Contacto, sino más bien con el uso de una computadora que procesa todas las señales y analiza el equivalente a la Enciclopedia Británica cada segundo.
Otra forma de buscar vida extraterrestre es mediante la biofirma, que es un indicador de que hay vida o alguna vez existió en cualquier ambiente.
Si alienígenas buscaran vida en la Tierra después de extinguirnos encontrarían nuestra biofirma en forma de fósiles y evidencia química de procesos vitales.
Así es, tendrían que encontrar nuestros desechos corporales… Porque todo tipo de vida consume energía y libera desechos.
Si los alienígenas nos observaran desde lejos, verían biofirmas en forma de agua y los gases en nuestra atmósfera. El oxígeno es tan reactivo que solo puede estar en la atmósfera si se produce constantemente. Sin vida, la atmósfera de la Tierra no tendría oxígeno, así que nosotros buscamos gases que no pertenecen a los objetos estudiados y que puedan atribuirse a vida, y los llamamos gases de biofirma.
Pero buscar biofirmas en otros planetas es muy difícil. No podemos ver planetas fuera de nuestro sistema solar porque las estrellas son mucho más brillantes que los planetas, así que se usa la técnica de tránsito para hallar planetas. Cuando un planeta está frente a su estrella, la luz disminuye, y esa reducción de luz le da pistas a los científicos sobre si un planeta puede tener vida en él.
También se calcula si la distancia entre el planeta y la estrella se encuentra en la "Zona Ricitos de Oro"... No… no es broma, así la llaman los científicos, y es donde el planeta no recibe demasiado calor de la estrella y es adecuado para que haya vida.
Los investigadores han podido suponer cosas increíbles sobre los planetas solo con esos patrones de luz. Por ejemplo, hallaron una "Súper Tierra" con gravedad muy intensa, el planeta HD 40307g, un sistema planetario con siete planetas todos dentro de la "Zona Ricitos de Oro" y es el SISTEMA TRAPPIST-1, e incluso uno que podría tener vegetación roja por las distintas longitudes de onda de luz que recibe, que se llama KEPLER-186F.
Actualmente tenemos un registro de 3,500 planetas fuera de nuestro sistema solar, muchos descubiertos en los últimos cinco años.
La siguiente generación de telescopios podrá ver galaxias más lejanas y buscará planetas en todo el cielo y no solo secciones pequeñas. Y los astrónomos desarrollan tecnología que podría dejarlos ver directamente planetas lejanos, por lo que hoy la línea entre lo que se considera una completa locura y la corriente principal cambia constantemente.
Además, los científicos también buscan más cerca de casa. En los años 70 enviamos dos vehículos a Marte para probar su superficie en busca de vida. La primera y única vez que lo hemos intentando uno de los experimentos resultó negativo, pero otro dio resultado positivo de evidencia de un proceso que sólo asociamos con cosas vivas.
Cuando unos experimentos fueron positivos y los demás negativos, fue controversial porque era algo ambiguo, y la contradicción podría significar que hubo una reacción química desconocida que parecía una cosa viva que consumía energía.
Así fue que desde los 70 hemos aprendido que la vida en ambientes extremos usa la energía de forma distinta y deja otros marcadores en el ambiente. Los experimentos entonces por eso fallaron, porque buscaban restos orgánicos en base a la vida que conocíamos entonces, y era una visión muy limitada de la vida aquí en la Tierra.
Es por eso que necesitamos regresar a Marte y hacer los experimentos de nuevo. A diferencia del Programa Viking, no hará pruebas para ver si hay vida hoy, sino que buscará indicios de que hubo vida en ciertos ambientes de Marte. También hay una misión para buscar biofirmas en los océanos congelados de la luna de Júpiter Europa.
En la búsqueda de vida inteligente los científicos también intentan expandir su pensamiento, y sus pesquisas y avances en nuestra propia tecnología nos dan nuevas ideas sobre cómo podrían ser los alienígenas inteligentes.
El desarrollo de la inteligencia artificial sirve más que para jugar bien ajedrez. Los humanos son la mejor referencia conocida de inteligencia.
Todo el mundo se imagina a los extraterrestres como humanoides suaves y blandos, cuando la mayoría de la inteligencia en el universo podría ser inteligencia sintética.
Cuando se nos acaban las ideas científicas es el momento de acudir a la Ciencia Ficción, porque nos ayuda a pensar en múltiples posibilidades. Una gran película del género es La Llegada, pues maneja magistralmente el concepto de alienígenas totalmente distintos a las ideas ridículas de hombrecitos verdes de grandes ojos.
Hay que decirlo: la ciencia ficción le dio forma a nuestros programas espaciales desde el inicio. Crónicas marcianas, La guerra de los mundos, muchos científicos se inspiraron con esas primeras novelas y crearon la realidad científica de la exploración de Marte que tenemos hoy.
Buscar extraterrestres es una búsqueda multigeneracional. Estamos empezando y plantando las semillas de un esfuerzo muy largo. Así que más vale armarnos de paciencia… mucha paciencia.
Hagamos uso otra vez de las matemáticas y las comparaciones para más o menos saber en qué fase estamos. Imaginemos el volumen de todos los océanos de la Tierra y digamos que es el equivalente al tamaño de la búsqueda en el espacio en donde quizá encontremos una señal de vida inteligente. Dentro de cincuenta años, habremos completado la investigación equivalente a un vaso de agua.
Ya sea que encontremos vida extraterrestre o descubramos que estamos solos, cualquier resultado nos dirá mucho de nuestra civilización y de cómo podría ser nuestro futuro.
Recordemos la teoría del Gran Filtro. Podría ser que la vida rara vez empieza sola, o que el universo está lleno de vida, pero que ninguna es tan lista como nosotros.
Esas son buenas noticias para el futuro de nuestra civilización. Significa que quizá somos el único planeta de la galaxia que logró tener vida inteligente y esas condiciones pueden continuar durante miles o millones de años en el futuro.
O que quizá la etapa más difícil se aproxima, y que algún reto desconocido le espera a la humanidad.
Si la vida en la Tierra es típica y somos típicos, son malas noticias, porque lo típico no sobrevive mucho tiempo, y eso no arroja luz en la oscuridad de nuestro futuro.
En donde está la verdadera importancia de buscar vida en otra parte del universo es para entendernos a nosotros mismos. Es importante entender, como planeta, cómo llegamos aquí. Qué tan únicos somos o no somos.
Y para los terrícolas, es un pequeño paso vital para entender cuál va a ser el siguiente salto gigantesco para la humanidad.
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En el Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, el SETI por sus siglas en inglés, no tienen idea de cómo detectar directamente una inteligencia, así que lo que hacen es buscar un elemento llamado tecnomarcador, que facilita detectar evidencia de tecnología alienígena localizando cosas que sean artificiales, o que la naturaleza no pueda producir.
De cerca, la Tierra tiene tecnomarcadores en forma de luces de ciudad. De lejos, los alienígenas podrían ver los satélites y las estaciones espaciales que orbitan el planeta. Desde más lejos quizá capten nuestras señales de radio o se topen con las sondas Voyager que navegan por el espacio.
Suele suceder entonces que lo que creemos que son termomarcadores resultan ser fenómenos naturales, como el pulsar del que hablábamos al principio. Pero ya que las señales de radio son las pistas más prometedoras, los científicos escuchan mucho el espacio.
No exactamente como lo hace Jodie Foster en la película Contacto, sino más bien con el uso de una computadora que procesa todas las señales y analiza el equivalente a la Enciclopedia Británica cada segundo.
Otra forma de buscar vida extraterrestre es mediante la biofirma, que es un indicador de que hay vida o alguna vez existió en cualquier ambiente.
Si alienígenas buscaran vida en la Tierra después de extinguirnos encontrarían nuestra biofirma en forma de fósiles y evidencia química de procesos vitales.
Así es, tendrían que encontrar nuestros desechos corporales… Porque todo tipo de vida consume energía y libera desechos.
Si los alienígenas nos observaran desde lejos, verían biofirmas en forma de agua y los gases en nuestra atmósfera. El oxígeno es tan reactivo que solo puede estar en la atmósfera si se produce constantemente. Sin vida, la atmósfera de la Tierra no tendría oxígeno, así que nosotros buscamos gases que no pertenecen a los objetos estudiados y que puedan atribuirse a vida, y los llamamos gases de biofirma.
Pero buscar biofirmas en otros planetas es muy difícil. No podemos ver planetas fuera de nuestro sistema solar porque las estrellas son mucho más brillantes que los planetas, así que se usa la técnica de tránsito para hallar planetas. Cuando un planeta está frente a su estrella, la luz disminuye, y esa reducción de luz le da pistas a los científicos sobre si un planeta puede tener vida en él.
También se calcula si la distancia entre el planeta y la estrella se encuentra en la "Zona Ricitos de Oro"... No… no es broma, así la llaman los científicos, y es donde el planeta no recibe demasiado calor de la estrella y es adecuado para que haya vida.
Los investigadores han podido suponer cosas increíbles sobre los planetas solo con esos patrones de luz. Por ejemplo, hallaron una "Súper Tierra" con gravedad muy intensa, el planeta HD 40307g, un sistema planetario con siete planetas todos dentro de la "Zona Ricitos de Oro" y es el SISTEMA TRAPPIST-1, e incluso uno que podría tener vegetación roja por las distintas longitudes de onda de luz que recibe, que se llama KEPLER-186F.
Actualmente tenemos un registro de 3,500 planetas fuera de nuestro sistema solar, muchos descubiertos en los últimos cinco años.
La siguiente generación de telescopios podrá ver galaxias más lejanas y buscará planetas en todo el cielo y no solo secciones pequeñas. Y los astrónomos desarrollan tecnología que podría dejarlos ver directamente planetas lejanos, por lo que hoy la línea entre lo que se considera una completa locura y la corriente principal cambia constantemente.
Además, los científicos también buscan más cerca de casa. En los años 70 enviamos dos vehículos a Marte para probar su superficie en busca de vida. La primera y única vez que lo hemos intentando uno de los experimentos resultó negativo, pero otro dio resultado positivo de evidencia de un proceso que sólo asociamos con cosas vivas.
Cuando unos experimentos fueron positivos y los demás negativos, fue controversial porque era algo ambiguo, y la contradicción podría significar que hubo una reacción química desconocida que parecía una cosa viva que consumía energía.
Así fue que desde los 70 hemos aprendido que la vida en ambientes extremos usa la energía de forma distinta y deja otros marcadores en el ambiente. Los experimentos entonces por eso fallaron, porque buscaban restos orgánicos en base a la vida que conocíamos entonces, y era una visión muy limitada de la vida aquí en la Tierra.
Es por eso que necesitamos regresar a Marte y hacer los experimentos de nuevo. A diferencia del Programa Viking, no hará pruebas para ver si hay vida hoy, sino que buscará indicios de que hubo vida en ciertos ambientes de Marte. También hay una misión para buscar biofirmas en los océanos congelados de la luna de Júpiter Europa.
En la búsqueda de vida inteligente los científicos también intentan expandir su pensamiento, y sus pesquisas y avances en nuestra propia tecnología nos dan nuevas ideas sobre cómo podrían ser los alienígenas inteligentes.
El desarrollo de la inteligencia artificial sirve más que para jugar bien ajedrez. Los humanos son la mejor referencia conocida de inteligencia.
Todo el mundo se imagina a los extraterrestres como humanoides suaves y blandos, cuando la mayoría de la inteligencia en el universo podría ser inteligencia sintética.
Cuando se nos acaban las ideas científicas es el momento de acudir a la Ciencia Ficción, porque nos ayuda a pensar en múltiples posibilidades. Una gran película del género es La Llegada, pues maneja magistralmente el concepto de alienígenas totalmente distintos a las ideas ridículas de hombrecitos verdes de grandes ojos.
Hay que decirlo: la ciencia ficción le dio forma a nuestros programas espaciales desde el inicio. Crónicas marcianas, La guerra de los mundos, muchos científicos se inspiraron con esas primeras novelas y crearon la realidad científica de la exploración de Marte que tenemos hoy.
Buscar extraterrestres es una búsqueda multigeneracional. Estamos empezando y plantando las semillas de un esfuerzo muy largo. Así que más vale armarnos de paciencia… mucha paciencia.
Hagamos uso otra vez de las matemáticas y las comparaciones para más o menos saber en qué fase estamos. Imaginemos el volumen de todos los océanos de la Tierra y digamos que es el equivalente al tamaño de la búsqueda en el espacio en donde quizá encontremos una señal de vida inteligente. Dentro de cincuenta años, habremos completado la investigación equivalente a un vaso de agua.
Ya sea que encontremos vida extraterrestre o descubramos que estamos solos, cualquier resultado nos dirá mucho de nuestra civilización y de cómo podría ser nuestro futuro.
Recordemos la teoría del Gran Filtro. Podría ser que la vida rara vez empieza sola, o que el universo está lleno de vida, pero que ninguna es tan lista como nosotros.
Esas son buenas noticias para el futuro de nuestra civilización. Significa que quizá somos el único planeta de la galaxia que logró tener vida inteligente y esas condiciones pueden continuar durante miles o millones de años en el futuro.
O que quizá la etapa más difícil se aproxima, y que algún reto desconocido le espera a la humanidad.
Si la vida en la Tierra es típica y somos típicos, son malas noticias, porque lo típico no sobrevive mucho tiempo, y eso no arroja luz en la oscuridad de nuestro futuro.
En donde está la verdadera importancia de buscar vida en otra parte del universo es para entendernos a nosotros mismos. Es importante entender, como planeta, cómo llegamos aquí. Qué tan únicos somos o no somos.
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