Steve Holland y Hannah McKay / Reuters Reino Unido desplegaba el lunes la alfombra roja para Donald Trump, en medio de pompas y banquete...
Steve Holland y Hannah McKay / Reuters
Reino Unido desplegaba el lunes la alfombra roja para Donald Trump, en medio de pompas y banquetes prodigados por la Reina Isabel que parecían estar diseñados para distender los comentarios del mandatario estadounidense sobre el Brexit, la política británica y las ambiciones de la china Huawei.
Trump y su esposa, Melania, fueron recibidos por la monarca de 93 años en el Palacio de Buckingham al inicio de una visita de estado de tres días que conllevará todo el protocolo de la realeza: una cena formal con la reina, té con el príncipe Carlos y un paseo por la Abadía de Westminster, la iglesia en la que se ha coronado a los monarcas ingleses durante 1.000 años. "Estoy deseando ser un gran amigo de Reino Unido, y estoy deseando que llegue mi visita" escribió Trump en Twitter minutos antes de que aterrizara el Air Force One.
Pero más allá de las formalidades, el orgulloso e impredecible presidente número 45 de Estados Unidos probablemente atizará la relación con su aliado más cercano, cuya clase política ha estado sumida en el caos durante meses por la salida de Reino Unido de la Unión Europea.
Mientras viajaba hacia la capital británica, el mandatario retomó una vieja rencilla con el alcalde de Londres, Sadiq Khan, - quien dijo el domingo que el país no debería conceder tantas atenciones a Trump - y lo describió como "un perdedor absoluto".
Reino Unido espera que la visita consolide la denominada relación especial entre los dos países y siente las bases para un acuerdo comercial posterior al Brexit, algo que Trump ha dicho que podría ser resuelto en un futuro próximo.
En el Palacio de Buckingham, la primera dama Melania apareció al lado de la reina Isabel y de la esposa del príncipe Carlos, Camilla, mientras que el heredero al trono caminaba junto a Trump.
El presidente republicano almorzará con la reina antes de que el segundo hijo de la monarca, el príncipe Andrés, lo acompañe por la Abadía de Westminster para depositar una corona en la tumba del soldado desconocido.
POCO CONVENCIONAL
Más allá de la pompa, todo apunta a que el viaje de Trump se convertirá en la visita de estado menos convencional de la historia reciente.
Trump ya ha pisado con fuerza en el charco de la política interior británica. Más de una docena de candidatos compiten por sustituir a May, que anunció el mes pasado que renunciaba a su cargo de primera ministra tras no haber conseguido que el Parlamento refrendase su acuerdo de divorcio con la UE.
El líder estadounidense ha reiterado su respaldo a los candidatos para suceder a May que han dicho que Reino Unido debe irse del bloque en la fecha de vencimiento del 31 de octubre con o sin acuerdo.
Entre ellos, se encuentra el exsecretario de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, a quien Trump elogió en una entrevista con el periódico Sun el viernes, además del exministro del Brexit, Dominic Raab, y el ministro del Interior, Sajid Javid.
Trump también pidió que Nigel Farage, el acérrimo defensor del Brexit y azote de los conservadores de May, lleve las riendas en las negociaciones con la UE.
El Brexit es el acontecimiento geopolítico más significativo para el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial y, de llegar a producirse, hará a Londres más dependiente de Estados Unidos porque se relajarán los vínculos con los otros 27 países miembros de la UE.
En una reunión con May, Trump también advertirá a Reino Unido que la cooperación en materia de seguridad, una piedra angular de la red de inteligencia occidental, podría verse perjudicada si Londres permite que la Huawei tenga un papel en la construcción de partes de la red 5G, la próxima generación de telefonía móvil.
La administración Trump ha pedido a sus aliados que no usen la tecnología ni los equipos 5G de Huawei por temor a que China pueda espiar comunicaciones y datos sensibles. Huawei niega que sea, o pueda ser, un vehículo para la inteligencia china.