Argentina atraviesa una crisis económica marcada por una tasa de inflación que está entre las más altas del mundo y que los vaivenes en la...
Argentina atraviesa una crisis económica marcada por una tasa de inflación que está entre las más altas del mundo y que los vaivenes en las políticas del banco central no logran contener.
Superior al 50 por ciento anual y alimentada por una fuerte depreciación del peso doméstico en el último año, la inflación golpeó la actividad económica e impulsó la pobreza.
La popularidad del presidente de centroderecha Mauricio Macri se ha derrumbado, lo que siembra dudas sobre sus chances de ser reelecto en los comicios presidenciales de octubre próximo. Como Macri es el favorito de los mercados, esas dudas provocan más incertidumbre financiera.
¿CÓMO SE LLEGÓ A ESTA SITUACIÓN?
Argentina tiene una larga historia inflacionaria.
Según una estimación del economista Fausto Spotorno de la consultora Orlando Ferreres y Asociados, en los últimos 75 años la inflación acumulada fue de 119.000 billones por ciento.
Reiteradas crisis financieras y cambiarias y cesaciones de pago a lo largo de décadas hicieron que los argentinos perdieran confianza en su moneda y buscaran refugio para sus ahorros en el dólar. Por eso Argentina es una economía “bimonetaria”, y lo que pase con el dólar se siente en los precios domésticos en pesos.
Tras asumir en 2015, Macri impulsó un recorte del gasto público en un intento de revertir el fuerte déficit fiscal del país, que muchos consideran la contracara de los procesos inflacionarios en la tercera economía de América Latina.
Pero la reducción de los subsidios a los servicios públicos, parte del plan de recorte, disparó las tarifas de estos servicios y alimentó aún más la inflación, a la vez que afectó el consumo al reducir el poder de compra de los argentinos.
La actividad económica, que ya venía sufriendo por la caída del consumo, recibió el golpe de gracia cuando el banco central subió más las tasas de interés en busca de contener los precios, encareciendo el financiamiento para negocios y personas.
Ese cóctel despertó una creciente desconfianza de los mercados en el programa financiero del Gobierno y desencadenó una salida de capitales: el peso se derrumbó un 50,5 por ciento en 2018 y un 15 por ciento en lo que va de este año.
Ante la falta de disposición de entidades privadas a prestar dinero al país y la volatilidad que sufría el peso, Macri buscó dar certidumbre a los mercados acudiendo el año pasado al Fondo Monetario Internacional (FMI), que le otorgó una línea de crédito récord de 56.300 millones de dólares.
Pero la desconfianza no se diluyó.
En el último de sus intentos para contener al dólar y la inflación -avalado por el FMI-, el banco central anunció el lunes cambios que le permitirán intervenir más en el mercado cambiario, dejando atrás su política de flotación libre entre bandas de precios.
Analistas creen que las intervenciones del banco central podrían funcionar en el corto plazo, pero las dudas persisten sobre el futuro.
¿QUÉ IMPIDE A ARGENTINA SUPERAR LA CRISIS?
Para generar más confianza de los inversores, Macri ha buscado sanear las cuentas, pero su ajuste de la economía extendió la recesión, que a su vez golpeó la recaudación fiscal.
Con el parate económico y la pobreza trepando al 32 por ciento de la población, la popularidad de Macri se derrumbó y la exmandataria de centroizquierda Cristina Fernández de Kirchner, que asusta a los mercados financieros, hoy asoma como la principal candidata a la presidencia en recientes sondeos.
Por temores a un eventual regreso de Fernández a la presidencia, muchos inversores están saliendo de Argentina, lo que dificulta la recuperación del país y, paradójicamente, le resta más chances a Macri de ganar los comicios de octubre.
A su vez, los tibios intentos de Macri por regular algunos precios básicos generaron más desconfianza en los mercados, lo que ahuyentó más capitales.
Pese a que el banco central cumplió con las metas monetarias y extendió el compromiso de crecimiento cero en la cantidad de dinero en circulación hasta fines de 2019, la mejora en la economía no llegó.
Solo este año, la tasa de inflación alcanzó el 11,8 por ciento -acumulando un 54,7 por ciento en los últimos 12 meses-.
¿QUÉ PODRÍA PASAR TRAS LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES?
Los expertos esperan que la volatilidad financiera se mantenga al menos hasta las elecciones de octubre, aunque las dudas sobre el futuro de la economía no se extienden a los próximos años.
Los escenarios varían según quién sea electo presidente.
Bajo los dos mandatos populistas de Fernández -entre 2007 y 2015- el Gobierno aplicó controles de precios, al tipo de cambio,al comercio exterior y expropió a la petrolera YPF de Repsol, entre otras medidas. Por eso los mercados financieros desean la reelección de Macri.
Otros candidatos peronistas como los moderados Roberto Lavagna y Sergio Massa son mejor vistos por el mundo financiero que Fernández, pero sus chances son más bajas.
De todos modos, los analistas coinciden en que el próximo Gobierno tendrá que renegociar los términos del acuerdo con el FMI para escalonar los millonarios pagos que el país debe hacer en los próximos años.
Además, Argentina enfrenta vencimientos de deuda con acreedores privados por unos 20.000 millones de dólares en los próximos dos años y, ante el cierre de los mercados financieros, el panorama es preocupante.
A pesar de que referentes de los principales candidatos presidenciales sostuvieron que el país no tendrá una cesación de pagos, el aumento de los seguros contra un default refleja las dudas respecto a la capacidad de Argentina de cumplir con los vencimientos de la deuda privada. El país ya fue protagonista del mayor default de la historia en 2002.
Según las proyecciones del economista Guido Lorenzo, de la consultora LCG, el peso podría caer a 52 unidades por dólar desde las 45 actuales hacia fin de año, y la inflación anual rondaría el 40,5 por ciento en diciembre.
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