Las exposición prolongada a las altas temperaturas facilita o agudiza enfermedades cardiovasculares, renales, hepáticas y trastornos mental...
Las exposición prolongada a las altas temperaturas facilita o agudiza enfermedades cardiovasculares, renales, hepáticas y trastornos mentales, advirtieron este jueves académicos de la Universidad de Guadalajara.
El médico Miguel Ángel Buenrostro, del campus de Ciencias de la Salud de la universidad, explicó en conferencia de prensa que cuando una persona está expuesta a temperaturas de más de 36 grados el cuerpo genera un mecanismo para eliminar el calor corporal que puede ir desde síntomas muy simples hasta procesos internos más complejos si la situación no mejora.
La primera fase de este mecanismo conocido como “enfermedad de calor” o “golpe de calor” es cuando la persona manifiesta sarpullidos, náuseas, cefalea intensa y mareo.
La segunda fase puede progresar hasta el vómito y una sensación de debilidad y en caso extremo puede haber pérdida de la conciencia, que requiere atención médica de urgencia.
Esto es indicativo de una deshidratación severa que puede progresar si el paciente no toma medidas como ir a un lugar fresco o tomar abundantes líquidos, principalmente si pasa mucho tiempo en la calle o bajo los rayos del sol, explicó.
Buenrostro añadió que en medio de este proceso el cuerpo produce una reacción inflamatoria de defensa que libera diversas sustancias las cuales aumentan la irrigación sanguínea y traen consigo reacciones en cadena para ayudarlo a bajar su temperatura interna, pero a la vez son perjudiciales.
“El calor es una agresión y el cuerpo lo toma como tal y activa un sistema de defensa que elimina el calor pero muchas veces nos puede dañar porque activa procesos en cascada o círculos viciosos que tiene afectación al corazón”, explicó el especialista.
Esta afectación tiene que ver con el aumento de la frecuencia cardiaca, un aumento en la presión arterial, disminución en la eliminación del volumen urinario en el riñón, alteración en la función del hígado, específicamente daño al endotelio, y dificultad para respirar.
Los niños, las personas de la tercera edad y quienes padecen enfermedades crónicas o siguen un tratamiento médico son los más susceptibles a sufrir estas reacciones, aunque cualquier persona adulta puede presentarlas y requerir atención médica de emergencia.
Arturo Curiel, investigador del Instituto de Medio Ambiente y Comunidades Humanas de la universidad, explicó que cuando el cuerpo sale de la zona de confort climático que es de 31 o 31 grados centígrados hay un cambio en el flujo sanguíneo que podría causar mayor incidencia de infartos y accidentes cardio cerebrales.
“Cuando la temperatura externa es de 36 o 37 grados no hay capacidad de enfriamiento y el corazón regularmente tiene una sobre presión, las arterias cambian su capacidad de flujo sanguíneo y eso hace que aumente el esfuerzo cardiaco”, expresó.
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