Aguja, hilo y soldador. Esas son las herramientas de trabajo de Hannah Perner-Wilson y Mika Satomi. Las dos son sastres (modistas). Pero e...
Aguja, hilo y soldador. Esas son las herramientas de trabajo de Hannah Perner-Wilson y Mika Satomi. Las dos son sastres (modistas). Pero en vez de hilo normal, utilizan hilos de cobre o de lana que pueden conducir electricidad. Se describen como sastras electrónicas y producen lo que puede ser el futuro de la industria textil.
Ropa inteligente, e-textiles o textiles electrónicos se llama a esta vestimenta que aparece cada vez más también en las colecciones de las grandes marcas. “Saltos cuánticos” llama Johannes Diebel, director del centro de investigaciones textiles de la asociación “textil+mode”, la evolución de las telas inteligentes.
El fabricante textil Levi’s, por ejemplo, desarrolló junto con Google una chaqueta que se puede manejar desde una aplicación. Su portador puede navegar por las calles pasando su mano por la manga o puede hacer que la chaqueta vibre cuando haya llegado el taxi a la puerta de casa.
Perner-Wilson y Satomi encaran la tarea de manera lúdica. Para ellas, que residen en Berlín, se trata un trabajo artesanal y de un tratamiento sustentable de la ropa. Las dos mujeres experimentan bajo el nombre Kobakant y confeccionan piezas individuales por encargo.
En base al principio de “open source”, todas sus indicaciones de confección aparecen en su web, por ejemplo, las de “Prischilla, el bolero ardiente”.
Lo que hace tan especial a este chaleco corto se esconde en los grandes volados colocados en los hombros. Si suena música, el bolero comienza a brillar. El circuito electrónico a batería reacciona a sonidos.
Para un cliente que cuenta historias delante de un público, las modistas diseñaron un chaleco bordado con perlas y lámparas LED. Lo que parece un fino elástico es un sensor: Cuando su portador inspira y el material se extiende, se encienden las luces.
Jörg Ohnemus cree que los textiles electrónicos se producirán de manera masiva en el futuro. Ohnemus es subdirector del sector de economía digital del Centro Leibniz de Investigación Económica Europea en Mannheim.
El investigador calcula que hasta el 2022 la facturación de estas telas aumentará a 700 millones de euros (785 millones de dólares) en Alemania y a cinco mil millones en el mundo entero.
“Es un pronóstico preliminar”, dice. El mercado es joven. Pero es una “oportunidad para el mercado textil alemán”. Dado que gran parte de la industria se trasladó a Asia, actualmente se encuentra casi paralizado.
Y eso es lo que pueden modificar los textiles inteligentes, en su opinión. Ya en 2017 se facturaron en todo el mundo 1.300 millones de euros con telas inteligentes. En Alemania el volumen fue de 230 millones de euros.
Muchos de los inventos provienen del ámbito militar. Por ejemplo, colocar en prendas tecnología que mida el ritmo cardíaco y el pulso para determinar si su portador vive. Ahora estas funciones se utilizan en ropa deportiva, explica Ohnemus.
También en la medicina y el cuidado de personas pueden utilizarse estas telas, explica Diebel. Puede haber alfombras que den cuenta de caídas y vendas que informen de la evolución de una curación. Los textiles del futuro digital serán utilizados mucho más que sólo como ropa, opina Diebel.
Menos optimista al respecto es la organización ecologista Greenpeace. “En el siglo XXI ni siquiera conseguimos reciclar como corresponde nuestra ropa. Con estas fibras electrónicas será aún más difícil”, sostiene Viola Wohlgemut, que trabaja en cuestiones de sostenibilidad en la industria textil.
Los textiles electrónicos suponen basura especial a un nivel masivo. Por eso, la organización ambientalista sigue de cerca la evolución del sector.
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