Los efectos del cambio climático sobre los océanos son ampliamente conocidos, desde el calentamiento del agua hasta la subida de los nive...
Los efectos del cambio climático sobre los océanos son ampliamente conocidos, desde el calentamiento del agua hasta la subida de los niveles del mar, pero sin embargo hay un elemento aún más letal que a menudo pasa desapercibido: la falta de oxígeno que arrasa la vida marina.
Los océanos del planeta absorben el 30 % de las emisiones de dióxido de carbono que se lanzan a la atmósfera, lo que contribuye a la aparición de “zonas muertas” en el mar, en las que prácticamente no queda oxígeno y donde la fauna acuática no puede sobrevivir.
“En el año 2006, los pescadores veteranos de Oregón (EE.UU.) llamaban a la universidad preguntando por qué, por primera vez en décadas, estaban sacando del océano cangrejos ya muertos”, explicó el profesor del departamento de Biología Integrada de la Universidad Estatal de Oregón Francis Chan.
Chan, que participó en una conferencia sobre los retos del cambio climático y la sobrepesca en los océanos organizada por la Fundación Nacional de la Prensa de EE.UU. en Monterey (California), indicó que cuando acudió a la zona para investigar lo que ocurría, el hallazgo le sorprendió: los cangrejos morían por falta de oxígeno en el mar.
“Cuanto más se baja de profundidad en el océano, menos niveles de oxígeno se hallan, y eso es normal. Sin embargo, en 2006 hallamos niveles de oxígeno en la superficie que eran incluso más bajos de los del fondo marino”, apuntó.
Cuando el océano se calienta, la reacción química hace que disminuyan los niveles de oxígeno, y además se crea una capa casi impenetrable en la superficie que no permite la presencia de este elemento fundamental para la vida de los animales en los niveles inferiores.
“Es un gran problema que ya afecta a toda la costa oeste de EE.UU., donde hallamos zonas muertas sin presencia alguna de animales, y también en el resto del Pacífico y en el Atlántico. La zona más afectada es la costa este de Rusia y de Japón, así como la oeste de Alaska y Canadá”, indicó Chan.
El experto calificó la “desoxigenización” del mar o “hipoxia” de ser una amenaza global y aseguró que sólo hay dos maneras de luchar contra ella: reducir la emisión de dióxido de carbono o mejorar la capacidad de los organismos vivos para lidiar con esta nueva realidad, es decir, fomentar la adaptación.
Con el análisis de Chan coincidió el científico jefe del instituto de Investigación del Acuario de Monterey, Jim Barry, quien admitió que entre la comunidad científica existe el temor de que en un futuro no muy a largo plazo se produzca una extinción masiva de especies.
“Las extinciones masivas se han producido históricamente en momentos de grandes cambios climáticos, ya que es en esos momentos cuando las alternativas de los animales se convierten en sólo cuatro: migrar, algo que ya está ocurriendo; aclimatarse, adaptarse, o extinguirse”, apuntó.
El año pasado se batió el récord de registro de la temperatura más alta en los océanos del mundo, algo que ya había ocurrido tanto en 2017 como en 2016.
Estas altas temperaturas del agua están haciendo que desde hace algún tiempo, por ejemplo, se estén avistando en la Bahía de Monterey, en el norte de California, algunas especies como la langostilla que hace unos años se encontraban exclusivamente en el sur del estado.
La Bahía de Monterey está ubicada al final de un gran cañón marino, lo que la convierte en una zona con gran variedad de profundidades y con una inmensa diversidad ecológica, características que permiten, entre otras cosas, la llegada de ballenas a puntos muy cercanos a la costa.
Precisamente por el valor de su biodiversidad, la zona fue declarada santuario marino nacional en 1992 (el equivalente a un parque nacional) y hasta la fecha es la región más extensa que ostenta ese distintivo.
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