En contra de la creencia común de que los seres humanos hemos pronunciado los mismos sonidos a lo largo de la historia, un nuevo estudi...
En contra de la creencia común de que los seres humanos hemos pronunciado los mismos sonidos a lo largo de la historia, un nuevo estudio publicado hoy en la revista Sciencie defiende que varios de los sonidos de las lenguas modernas surgieron recientemente gracias a cambios en nuestra alimentación.
Al parecer, el desarrollo de nuevas dietas y formas de nutrición provocaron alteraciones en la mandíbula y en la forma de morder de los humanos, lo que permitió que pronunciáramos nuevos sonidos, como “f” y “v”, que están presentes en gran parte de las lenguas habladas hoy en día.
“Especialmente aquellos fonemas que se pronuncian al tocar el labio inferior con los dientes superiores, -como, por ejemplo, la letra “f”- aumentaron en los últimos milenios con el desarrollo de la agricultura y el procesado de alimentos”, indicó el científico de la Universidad de Zurich Steven Moran, coautor del estudio junto a Damian Blasi y Balthasar Bickel.
Por ello, Bickel cuestionó: “¿César dijo “veni, vidi, vici”, o fue más como “weni, widi, wici?”.
Según la investigación, liderada por la Universidad de Zurich (Suiza) las condiciones biológicas han sido infravaloradas a la hora de explicar el desarrollo de los fonemas humanos.
Hasta ahora se creía que los sonidos que pronunciamos los seres humanos han permanecido invariables desde la aparición del Homo Sapiens hace unos 300.000 años, independientemente de cualquier cambio posterior en la biología humana.
Pero el equipo de investigadores, liderado por el científico de la Universidad de Zurich Damian Blasi, decidió estudiar cómo fueron evolucionando los sonidos y el discurso humano al tiempo que se produjeron cambios en la dieta que afectaron a la mandíbula, especialmente con el abandono de la caza y la recolección.
Así, demostraron que una alteración en la estructura dental adulta humana provocó que los dientes superiores crecieran un poco más adelantados a los dientes inferiores, gracias al desarrollo de mejores herramientas para procesar los alimentos y a una dieta más blanda.
El nuevo estudio continuó una investigación de 1985 en la que el lingüista Charles Hocket argumentó que las lenguas que incluyen gran cantidad de sonidos del tipo “f” y “v” son generalmente aquellas donde se encuentran gran cantidad de “alimentos blandos”.
Bickel sostuvo que los resultados “demuestran aún más los complejos vínculos entre las prácticas culturales, la biología humana y el lenguaje”.
“También desafían la suposición común de que, cuando se trata del lenguaje, el pasado suena como el presente”, indicó.
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