El Tribunal Supremo de Estados Unidos rechazó este martes una sentencia a muerte contra Bobby James Moore, un discapacitado mental conden...
El Tribunal Supremo de Estados Unidos rechazó este martes una sentencia a muerte contra Bobby James Moore, un discapacitado mental condenado por el asesinato del empleado de una tienda en 1980.
La decisión, según medios locales, se adoptó tras una votación 6-3 a favor de Moore, quien por tanto no será ejecutado.
En 1980 Moore fue sentenciado a muerte por matar de un disparo en la cabeza a un empleado de 72 años de un supermercado de Houston (Texas).
Durante este tiempo su defensa ha argumentado que la sentencia de muerte violaba la Octava Enmienda, que prohíbe los castigos inusuales y crueles, ya que Moore sufre una discapacidad mental.
Los abogados defensores han sostenido que el acusado, que ha pasado más de tres décadas en el corredor de la muerte, tiene un coeficiente intelectual muy bajo y que cuando tenía 13 años era incapaz de distinguir los días de la semana, identificar las estaciones del año, y no podía leer ni escribir y tampoco decir qué hora era.
Moore se sometió a tres exámenes de coeficiente intelectual antes de abandonar la escuela y obtuvo una puntuación de 57, 77 y 78, una cifra que le sitúa en el rango de discapacidad mental, de acuerdo con los estándares actuales de la Asociación de Discapacidades Intelectuales y del Desarrollo (AAIDD, en inglés).
En el pasado, la Corte Penal de Apelaciones de Texas dictaminó en dos ocasiones que Moore no tenía ninguna discapacidad intelectual y que, en consecuencia, podía ser sentenciado a la pena capital; incluso después de que el Supremo cuestionara hace dos años la legalidad del método usado por el estado de Texas para determinar si alguien es discapacitado mental.
En su fallo de hoy, la Corte Suprema explicó: “La opinión de la corte de apelación cuando se toma en conjunto y se lee a la luz tanto de nuestra opinión previa como del registro del tribunal de primera instancia se basa en un análisis demasiado parecido al de lo que previamente consideramos impropio”, indicó.
Las dos partes del caso han coincidido en que Moore tuvo una infancia y adolescencia difícil, pues con 17 años ya había recibido condenas por cuatro delitos, su padre le echó de casa y tuvo que vivir en la calle, donde llegó a comer de cubos de basura y desarrolló una adicción a las drogas y el alcohol.
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