En tan sólo dos años de gobierno, Donald Trump ha logrado poner el orden mundial patas arriba: ha declarado nulos tratados de larga data, ...
Las tradiciones y convenciones son de gran importancia en la política internacional. La política exterior de un país sigue un curso a largo plazo y no se revierte con cada nueva elección. Las asociaciones y alianzas se consolidan a lo largo de décadas. Y los conflictos entre países se resuelven normalmente por la vía diplomática.
Pero el mundo se enfrenta a un presidente estadounidense que rompe las convenciones diplomáticas como ningún otro antes que él, que cuestiona las alianzas de décadas de antigüedad, desprestigia a sus socios y corteja a sus antiguos oponentes. Donald Trump ataca en Twitter y en el mundo real no sólo a los adversarios de su país, sino también a sus aliados internacionales.
Al abandonar el camino discreto de la diplomacia y resolver conflictos en vivo ante los ojos de todo el mundo, el presidente rompe un tabú tras otro y sacude el orden mundial. Desde el punto de vista de sus seguidores, ha cumplido algunas promesas sin tener en cuenta la reputación de Estados Unidos ni la delicada estructura internacional.
UNA NACIÓN EN LUGAR DE NACIONES UNIDAS
En su toma de posesión en aquel frío día de enero de hace dos años, Trump dejó bien claro cuáles serían sus prioridades: en su primer discurso como mandatario ratificó la idea que lo llevó a la victoria y que aún no se ha cansado de repetir: "América primero". Para el magnate republicano, los intereses nacionales tienen prioridad sobre el orden mundial. El patriotismo tiene prioridad sobre el multilateralismo, doctrina que volvió a enarbolar en su segundo discurso ante la ONU en septiembre. Trump sigue a lo suyo, sin sentirse obligado a cumplir alianzas o acuerdos de larga data.
En 2017, el presidente anunció la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París contra el cambio climático; un año después hacía lo mismo con el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. También rechazó un consenso internacional, inalterable hasta entonces, sobre la política de Oriente Medio, reconoció unilateralmente a Jerusalén como capital de Israel y trasladó allí la embajada de Estados Unidos.
Como contrapeso a las decisiones en solitario del mandatario estadounidense, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, apuesta por una "alianza de multilateralistas". Con esta red de socios, el político socialdemócrata quiere ocupar el espacio que queda vacante por un presidente que no se atiene a la normativa existente.
GUERRA COMERCIAL EN LUGAR DE LIBERTAD DE COMERCIO
Al grito de "América primero", Trump ha impulsado también un agresivo curso en materia de política comercial. Se queja de que su país tiene grandes déficits comerciales y es explotado descaradamente por otros estados. En la primavera de 2018, la Casa Blanca anunció que impondría aranceles especiales sobre las importaciones de acero y aluminio. El presidente estadounidense arremetió también contra China e inició una lucha comercial que se mantiene desde hace meses. Tras la clausura del G20 en Buenos Aires, las dos potencias pactaron una tregua. Más allá de seguir negociando, los desacuerdos aún están sobre la mesa y no se descarta una nueva escalada.
El presidente también embistió contra Europa y amenaza con imponer aranceles especiales a las exportaciones de automóviles a los Estados Unidos. También canceló y renegoció con ventajas para su país un acuerdo comercial con sus vecinos México y Canadá. El enfoque marcial de Trump en materia de política comercial es un importante factor de incertidumbre para la economía mundial y ya está teniendo un impacto negativo en el crecimiento económico.
REGRESA EL FANTASMA DE LA GUERRA NUCLEAR
En realidad, la amenaza nuclear se consideraba una cuestión ya finalizada hace mucho tiempo. Las armas nucleares almacenadas en Europa —alrededor de 20 de ellas en Alemania— se consideraban reliquias de la Guerra Fría. Ahora el espectro de la guerra nuclear ha regresado. Los expertos consideran que el peligro de un ataque militar con armas nucleares es mayor que nunca.
Hay dos razones para ello: La retirada de Trump del acuerdo para prevenir una bomba nuclear iraní y su amenaza de poner fin al tratado de desarme de más de 30 años con Rusia que prohíbe los misiles nucleares de medio alcance basados en tierra.
Los europeos siguen intentando salvar el pacto nuclear con Irán. En caso de que éste se derrumbe, existe el riesgo de que se ponga en marcha una espiral armamentista en Oriente Próximo en la que también participará el archienemigo de Irán, Arabia Saudí. En una región sacudida por las guerras, las consecuencias de este desarrollo serían devastadoras.
Un fracaso del acuerdo INF pondría en tela de juicio todo el sistema de control de armamentos en Europa desarrollado durante la Guerra Fría entre la entonces Unión Soviética y los Estados Unidos.
OCCIDENTE SE DESMORONA
La actitud de Trump pone en peligro el sistema de valores de la civilización occidental. Ejemplo G7: Fundado en la década de 1970, el grupo se considera un gremio de gran importancia en los países occidentales. Ya la primera cumbre del G7 con Trump en Sicilia fue bastante accidentada, y concluyó con un desacuerdo sobre la protección del clima. La segunda cumbre en Canadá fue un escándalo. En el vuelo de regreso, Trump, enfadado con su anfitrión, el primer ministro canadiense Justin Trudeau, boicoteó todos los resultados de la cumbre en Twitter, haciendo que la reunión de dos días pareciera una farsa.
Si bien el mandatario estadounidense sigue fiel al compromiso de su gobierno con la OTAN, en la última cumbre de Bruselas expresó su enfado por los modestos gastos de defensa de sus aliados amenazando con hacer "lo suyo" si fuera necesario. El resultado: también los europeos van ahora a lo suyo en política exterior y de seguridad. En materia de defensa, la dependencia europea de Estados Unidos es abrumadora: dos tercios de los gastos de defensa de la OTAN provienen de los estadounidenses.
Estados Unidos: ¿Policía del mundo?
"Estados Unidos no puede seguir siendo el policía del mundo", dijo Trump recientemente durante su visita sorpresa de Navidad a las tropas estadounidenses en Irak. No sería justo que los Estados Unidos soportaran esta carga por sí solos, señaló. Su reciente decisión de retirar a los 2.000 soldados estadounidenses de Siria y dejar en manos de otros la lucha contra la milicia terrorista ISIS generó una ola de protestas en la comunidad internacional y una gran incertidumbre en Oriente Medio.
Donald Trump también está considerando una reducción significativa de las tropas de Estados Unidos en Afganistán, causando preocupación tanto en su país como entre los aliados internacionales. Algunos piensan que el presidente tiene suerte de no haber conducido a los Estados Unidos -al menos hasta ahora- a una nueva guerra durante su mandato. Sin embargo, muchos expertos consideran que es irresponsable y altamente peligroso retirar a los soldados estadounidenses prematuramente de conflictos no resueltos.
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